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Encuentro en la Colina #
En las colinas de un pequeño pueblo, vivía un joven pastor llamado Mateo. Su vida era sencilla, dedicada a cuidar sus ovejas y a la tierra que le daba sus frutos. Una noche clara, mientras cuidaba su rebaño, tres figuras majestuosas se acercaron a él, montadas en camellos. Eran los Reyes Magos, siguiendo la estrella hacia el lugar de nacimiento de Jesús.
—Somos Melchor, Gaspar y Baltasar, en busca del niño Jesús para ofrecerle oro, incienso y mirra —dijo Melchor con voz cálida.
Mateo, impresionado, respondió con humildad: —Yo soy solo un pastor, no tengo riquezas para ofrecer.
—Cada regalo dado con amor es precioso a los ojos de Dios —dijo Gaspar, sonriendo.
El Viaje de Mateo #
Inspirado por sus palabras, Mateo decidió que también él llevaría un regalo al niño Jesús. Al llegar a su humilde casa, recogió lo mejor que tenía: algunos frutos de su cosecha y un pequeño cordero. Con el corazón lleno de esperanza, emprendió su viaje.
En su camino, se encontró con una anciana temblando de frío.
—No tengo nada para comer —susurró ella.
Mateo, sin dudarlo, le entregó parte de su cosecha. La anciana le agradeció con lágrimas en los ojos.
Más adelante, se topó con una familia que vivía en una cueva, los niños lloraban de frío. Al ver esto, Mateo les dio el cordero para que les diera calor y compañía. La familia le bendijo por su bondad.
El Verdadero Regalo #
Finalmente, Mateo llegó al pesebre, pero sus manos estaban vacías. Con lágrimas en los ojos, le explicó a María y José lo que había hecho en su viaje.
—Llegué con regalos, pero encontré a otros que los necesitaban más que yo —dijo Mateo, su voz llena de tristeza.
José, colocando su mano en el hombro de Mateo, dijo: —Has dado lo más valioso que se puede ofrecer: amor y compasión. Tu regalo es el más grande de todos.
María sonrió a Mateo con ternura, mientras sostenía al niño Jesús en sus brazos. En los ojos del niño, Mateo vio un brillo de amor y gratitud que llenó su corazón de una paz inmensurable.
En ese momento, Mateo comprendió que el verdadero espíritu de la Navidad no residía en los bienes materiales, sino en los actos de amor y generosidad hacia los demás.
El verdadero significado de la Navidad es dar sin esperar nada a cambio, reflejando amor y compasión hacia aquellos que más lo necesitan.
Fin